©Silvia Tinoco

La semana pasada estaba leyendo a Lorena White y su post en el que contaba que escribir te salva porque sigue siendo la mejor forma de expresión que se nos ocurre a muchos para dejar salir todo lo que llevamos dentro. Terapéutico que lo llaman. Tiene razón, así que no he podido evitar suscribirlo y contar también desde mi punto de vista por qué estoy de acuerdo con ella. A ver si iniciamos una cadena de positivismo por la escritura y por el Periodismo, dicho sea de paso, que no hay nadie más crítico en esta profesión a veces que nosotros mismos.

En mi caso, escribo sin parar desde que aprendí a hacerlo. Pronto estaba escribiendo mis primeros cuentos, "diseñando" mis revistas y lanzándome a probar cómo era eso de escribir a máquina, aunque fuera con dos dedos. No sé qué tal se me daría ahora eso de escribir a máquina... Mi abuelo sigue teniendo la suya –un periodista nunca deja de serlo– porque no le gustan los ordenadores. Lo duras que tienen que estar las teclas, pero aún así tendría mucho encanto volver a escribir historias en una máquina de escribir. Y no se le acabarían las pilas, al contrario de lo que le ocurre a la modernez de mi teclado inalámbrico.

No he dejado de hacerlo a mano, eso sí, con lápiz y papel. La moleskine, que queda siempre tan bohemia, ¿verdad? Una colección de trozos de papel llenos de ideas, pensamientos, sentimientos o líneas sin sentido, pero que se acaban convirtiendo en tu punto de fuga, el lugar en el que vaciarte, y en el que contenerte a la vez. Eso es para mi escribir y por eso consigue que cada palabra me salve de los momentos más bajos o que me ayude a celebrar los más alegres.

Personajes, metáforas, fotografías e ilustraciones que le acompañen... Un texto es una pieza cargada de creatividad, hoy en día hasta interactiva y, sobre todo, personal. Es un poquito de ti que queda para uno mismo en algunos casos y que se expone al resto del mundo en muchos otros –no existirían los blogs si no–. ¿Habéis visto el poder que tiene la palabra, tu palabra, cuando la expones al mundo y es capaz de conectar con otra persona que quizás está a miles de kilómetros de ti? Ahí ya, además de desahogarte y hacerte sentir mejor, te ayuda a conectar con otras personas que también tienen su punto de vista y que enriquecen tu historia; a veces, hasta te solucionan el problema.

Escribir es escucharse a uno mismo y gracias a la blogosfera también es dejar que te escuchen los demás. A veces eso es lo único que necesitamos. Por eso escribir nos salva, por eso escribir nos hace mejores.